Words pronounced in homage to Dr. Guillermo José Ruiz-Argüelles, at the inaugural ceremony of the LVIII Annual Congress of the Mexican Association for the Study of Hematology A.C. April 26, 2017.
Rev Hematol Mex 2017 abr;18(2):99-102.
Ruiz-Argüelles A
Director de proyectos especiales, Clínica Ruiz de Puebla. Puebla, Pue., México.
Mucho agradezco la oportunidad que me han asignado para dirigir unas palabras en ocasión de rendir homenaje al Dr. Guillermo José Ruiz-Argüelles. Sin ánimo de resultar redundante, empezaré por hacer una brevísima descripción de su trayectoria como médico y mencionar algunos –muy pocos– de los puntos más sobresalientes de su vida académica.
Guillermo nació a mediados del siglo pasado en el Hospital de la Beneficencia Española de la Ciudad de Puebla. Hijo de otro ilustre hematólogo, Guillermo Ruz Reyes y de Rosa Argüelles Escamilla.
Ajeno a toda suerte de influencia familiar en sus preferencias, inexplicablemente desde muy niño se orientó a la medicina, específicamente a la práctica de la hematología y así transcurrió una infancia y adolescencia peculiares, pasando veranos en la biblioteca del laboratorio del padre, rodeado de información, haciendo preguntas y aprendiendo a usar un microscopio antes que montar la bicicleta.
Egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí –institución que incidentalmente le otorgará el Doctorado Honoris Causa en unos días–, Guillermo hizo estudios de posgrado en la Universidades Nacional Autónoma de México y de Minnesota.
Es miembro numerario de la Academia Nacional de Medicina de México, del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel III), de la Academia Mexicana de Ciencias y de la Comisión de Investigación en Salud de México.
Ex presidente de la Asociación de Medicina Interna de México (1989) y de la Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología (1993-1995). Ex presidente del Capítulo Mexicano de la Sociedad de ex alumnos de la Clínica Mayo, miembro del Comité Directivo de la Mayo Alumni Association. Fue Secretario General de la Interamerican Division de la International Society of Hematology,
Presidente del Consejo de la International Society of Hematology y Presidente de la International Society of Hematology de 2010 a 2012. Miembro del Committee on Educational Affairs (1999-2002) y del ad hoc Committee on International Outreach de la American Society of Hematology (1998-2000). Miembro del American College of Physicians, del Royal College of Physicians and Surgeons of Glasgow, de la American Society of Hematology y de la Plummer Society. Actualmente es Director del Capítulo México del American College of Physicians.
Es autor de 395 artículos in extenso, de 75 cartas al editor en revistas nacionales e internacionales y de 342 resúmenes en revistas con pares de revisores. Su obra ha sido citada 3,557 veces. Editor de 10 libros y coeditor de 13; autor de 81 capítulos en libros. Editor-Jefe de la Revista de Hematología (México). Miembro del comité editorial de revistas médicas mexicanas (Gaceta Médica de México, Medicina Interna de México, Medicina Universitaria y De Medicinis Expertis) y extranjeras: HemOnc Today (Estados Unidos), International Journal of Hematology (Japón), Hematology (Reino Unido), Biología & Clínica Hematológica (España), Revista de Oncología (España), Revista Brasileira de Hematologia e Hemoterapia (Brasil) y Hematology/Oncology Stem Cell Therapy (Arabia).
Fuera de la numeralia y las listas de logros, es menester mencionar que Guillermo José Ruiz Argüelles ha proyectado la práctica clínica de la hematología mexicana a nivel internacional. Son diversas las áreas en las que Guillermo ha sido un líder, pero quisiera insistir en lo que ha logrado hacer en el campo del trasplante de células hematopoyéticas, porque es cabal reflejo de su forma de ser, pensar y actuar. Siempre recordaré los inicios del decenio de 1980, cuando Guillermo regresó de la Clínica Mayo con la inquietud de realizar trasplantes de médula ósea en Puebla. Siempre recordaré todos los obstáculos que parecían presentársele aún antes de empezar. Los problemas financieros, técnicos y normativos pero, por encima de todos ellos, las posturas desmotivadoras de muchos colegas que desestimaban las posibilidades de hacerlo en el medio privado en una provincia conservadora. Pareciera que los trasplantes de médula ósea debiesen ser monopolio de alguno de los institutos nacionales de salud y ser conducidos sólo por algunos colegas ungidos de asombrosa sabiduría. Por lo mismo, cada trasplante era un acontecimiento singular que no debía repetirse muy a menudo, y así poder mantener su aureola de misterio y dificultad. Siempre recordaré que Guillermo estaba decidido a poder ofrecer este procedimiento a muchos más pacientes que pudiesen beneficiarse del mismo y entonces, primero con su gran amigo, el destacado médico hematólogo de Monterrey, David Gómez Almaguer y años más tarde con su hijo, otro destacado médico hematólogo, Guillermo Ruiz Delgado, diseñaron, emprendieron y perfeccionaron el método mexicano para realizar trasplantes de células hematopoyéticas totipotenciales que, obviando la mieloablación y en consecuencia la necesidad de hospitalización, aquella de trasfusiones y simplificando la administración de drogas farmoquímicas y medicamentos biotecnológicos, ha permitido realizar este procedimiento a un costo notablemente menor pero, sobre todo, a un gran número de personas afectadas por diferentes padecimientos. A la fecha, Guillermo ha conducido más de 700 procedimientos en el medio privado de la ciudad de Puebla, cifra que supera con mucho a la de los trasplantes realizados en muchas instituciones públicas de tercer nivel del país.
En fecha reciente, con la colaboración de sus otros dos brillantes hijos, Manuel y Rodrigo Ruiz Delgado, organizaron un servicio de turismo médico de trasplante de células hematopoyéticas, que ha puesto a la medicina nacional en los ojos de todo el mundo, amén de que ha resultado en una derrama económica importante para otros servicios en el país. En resumen, lo que parecía ser un sueño imposible en la década de 1980, se ha convertido en un proyecto de clase mundial en poco más de 30 años.
Muy pertinente es citar al escritor Mario Benedetti:
“Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero que me vendan sueños ajenos, sino sencillamente que se cumplan los míos”.
A Guillermo nadie le vendió un sueño, sencillamente lo tuvo y lo cumplió.
El diccionario Larousse define estudioso como “dado al estudio”, mientras que estudio, en su primera acepción, significa “trabajo del espíritu dedicado a aprender o profundizar”. Estudioso es, entonces, el mejor –que no el único– adjetivo para calificar a Guillermo José Ruiz Argüelles. Incansable y voraz lector desde la niñez, Guillermo se ha destacado siempre por la amplitud, profundidad y actualidad de su información. Tuve en suerte compartir con él, además de la familia y el hogar, las aulas y laboratorios en la Facultad de Medicina y pude ser testigo de su insaciable necesidad de aprender más, de saber más, de entender más. Ese espíritu dedicado a aprender y profundizar tenía necesariamente que llevarlo a realizar investigación. Guillermo no tuvo que formarse como investigador porque lo es por naturaleza y la prueba irrefutable de ello es su producción científica y la relevancia que ésta ha tenido en la práctica de la hemato-oncología contemporánea.
Mencioné antes que estudioso no es el único adjetivo para calificar a Guillermo y el que viene a mi mente enseguida es: ejemplar, del que Larousse dice “que sirve de ejemplo o merece ser puesto como ejemplo”. En los mismos años que me evoca la redacción de estas líneas, Guillermo fue para mí, su hermano menor, ejemplo de disciplina y compromiso, de mesura y responsabilidad, de prudencia y austeridad. Guardándose a distancia de los extremos, ha vivido siempre con sabia moderación. Y de todo lo que Guillermo ha sido ejemplo van surgiendo lógicamente los otros adjetivos que también lo definen: disciplinado, comprometido, mesurado, responsable, prudente y austero.
Quizá menos ejemplar, pero contundente, es su carácter competitivo. Para Guillermo no hay otro lugar que no sea el primero, no admite derrota de índole alguna y todavía no conoce una meta inalcanzable. Igual en las aulas, en la práctica médica y en las sociedades académicas, siempre ha destacado por encima de los otros porque esa competitividad se refleja en el tesón más del lado de la firmeza que de la perseverancia.
Muy exigente con quienes le rodeamos, pero también muy generoso con quienes lo queremos. Guillermo es dadivoso con sus bienes y más aún con sus conocimientos, en las aulas y fuera de ellas. Convivir con él como médico ha sido una enseñanza extraordinaria y convivir con él como hermano ha sido una experiencia muy enriquecedora.
Hoy brindamos un sencillo homenaje al Dr. Guillermo José Ruiz Argüelles, más que merecido tras décadas de trabajo en favor del progreso de la hematología nacional e internacional.
Los humanos somos cada uno a nuestro modo y no sólo eso, sino que además, siendo de muchas maneras, cada uno es de muy diversas formas a lo largo de su vida, haciéndose a sí mismo según vayan siendo sus obras. Parafraseando el dicho bíblico cabe decir que por nuestras obras nos conocemos. A ti, Guillermo, efectivamente te conocemos por tus obras, que son muchas e importantes y, además, han trascendido las fronteras de nuestro maltratado país.
Unos a otros nos conocemos en diferentes contextos, desde perspectivas diversas. A partir de lo que de uno vemos los demás, podemos construir su perfil humano, que en parte coincidirá, no del todo, con lo que ese uno ve de sí mismo. Con todo, ese solapamiento de miradas acaba confluyendo sobre la identidad de quien es objeto de ellas, la identidad de alguien que es sujeto de su vida, de sus actos, de sus sentimientos y pensamientos, de quien es en relación con todos los que le rodean y le reconocen como quien es.
A ti, Guillermo, te conocemos y reconocemos como quien eres, desde el núcleo de ti mismo para todos nosotros. Y nuestras miradas encuentran la imagen de un hombre entregado a su familia, a sus amigos, a quienes le necesitan; de una persona casi siempre serena, activa a conciencia, inteligente y afectuosa; de alguien que es, en el buen sentido de la palabra, diría Machado, bueno. Así te reconocemos. Los defectos que tengas, ésos los pones en tu cuenta privada, pues no son relevantes en el espejo donde tu imagen se refleja para todos nosotros.