Rev Hematol Mex. 2025; 1: 1-3. https://doi.org/10.24245/rev_hematol.v26i1.27
Roberto Ruiz Arenas
Práctica privada, Clínica Ruiz Puebla, Puebla, México.
“Saber partir el pan y repartirlo, el pan de una verdad común a todos. La vida sencilla”
Octavio Paz
Es un gran honor redactar estas líneas para rendir homenaje póstumo al maestro y querido amigo, el Sr. Dr. Rafael Antonio Marín López.
Por el afecto y la amistad que me unen a Toño –como cariñosamente lo llamábamos quienes tuvimos el privilegio de su amistad–, su familia me ha otorgado la distinción de redactar estas líneas. Como uno de sus muchos alumnos durante su larga trayectoria profesional, considero este homenaje una oportunidad para expresar mi gratitud, reconocimiento y admiración hacia un profesor que dejó una huella imborrable en mi vida y la de muchos otros. Este homenaje se suma a los innumerables que, a lo largo de sus 53 años de matrimonio, recibió de su amada esposa María Teresa Sotomayor Morales y del amor incondicional de sus hijos Antonio, Paola y Maritere (†).
Trayectoria personal
El Dr. Marín López nació en Puebla el 14 de octubre de 1944, en la Casa de Maternidad Haro y Tamariz, en el seno de una familia de clase media. Fue el segundo de siete hijos de don Antonio Marín y doña María de Jesús López.
Tuvo una infancia feliz, caracterizada por una personalidad retraída, pero obediente y aplicada. Su educación primaria la cursó en el Colegio Benavente con los hermanos lasallistas, y la secundaria en el Distrito Federal, también con los lasallistas, por recomendación de su madre, quien percibía una vocación de servicio en Toño. Aunque inicialmente se le alentó a seguir la vida seminarista, finalmente regresó a Puebla, donde cursó la preparatoria.
Guiado por el consejo de su madre, quien lo animó a “servir al prójimo”, Toño decidió estudiar medicina en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), destacándose por su brillantez académica. Con humor y orgullo, solía responder cuando le preguntaban dónde había estudiado: “¿Cómo dónde? En la única, en la mejor, en la UAP”.
Una muestra de su carácter y dedicación se reflejó durante su servicio social en San Matías Tlalancaleca, donde los pobladores solían agradecerle con gallinas, guajolotes y frijol, pues Toño no cobraba honorarios. Una vez comentó: “No se trata de dinero, sino de servir; cuando alguien te da lo que tiene, te está dando su corazón”.
Familia y matrimonio
En 1967, Toño conoció a María Teresa Sotomayor Morales. Ambos presentaron sus exámenes profesionales en agosto de ese mismo año, poco antes de iniciar su noviazgo. Tres años después, contrajeron matrimonio en julio de 1971 y formaron una familia con sus hijos Antonio, Paola y Maritere (†).
Toño inició su residencia en el Instituto Nacional de la Nutrición, mudándose al Distrito Federal, mientras Tere permanecía en Puebla. Los primeros años estuvieron marcados por carencias, pero también por esfuerzo y determinación. Toño solía bromear diciendo: “Tere, no regreso a Nutrición”, a lo que ella respondía: “¡Claro que regresas!”. Y, como era su costumbre, regresaba, movido tanto por su sentido del deber como por el amor a su profesión.
Una de sus frases favoritas durante esos momentos de tensión era: “Si hoy fue difícil, mañana será mejor, porque siempre hay algo nuevo por aprender”.
Aportaciones profesionales
El Dr. Marín López fue pionero en el manejo seguro de la transfusión sanguínea en México, marcando un antes y un después en la medicina transfusional del país. Fue el artífice de la normativa para el manejo seguro de la sangre y los lineamientos para su correcta indicación clínica. Entre sus logros destacan:
• Presidencia de la Asociación Mexicana para el Estudio de la Hematología (AMEH) entre 1985 y 1987.
• Impulso a la especialidad en Medicina Transfusional en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (1997).
• Creación del Programa Nacional de Actualización y Desarrollo Académico para el Médico General (PRONADAMEG).
• Transformación del banco de sangre y servicio de hematología del Hospital Universitario de Puebla.
• Fundación de la Asociación Poblana de Apoyo a Personas con Problemas Oncohematológicos (APAPPO).
Durante sus años en Nutrición, Toño se ganó la confianza y estima de su mentora, la Dra. María Soledad Córdova Caballero, quien frecuentaba su hogar y apoyó a su esposa Tere en iniciar una guardería, fortaleciendo así la economía familiar en tiempos difíciles.
En su faceta docente, decía: “Un buen maestro no solo enseña, sino que inspira; y si logro que mis estudiantes amen la medicina, mi tarea estará cumplida”.
Legado familiar y social
El Dr. Marín López enfrentó con entereza la pérdida de su hija Maritere, quien inspiró la creación de la Fundación Maritere, una organización sin fines de lucro dedicada a brindar atención integral a personas con enfermedades reumáticas. Maritere había compartido con él su preocupación por quienes no tenían acceso a los servicios médicos que ella había recibido, lo que motivó este noble proyecto.
En sus palabras, Toño decía sobre su hija: “Maritere nos dio una lección de amor y fortaleza; su lucha nos enseñó que el dolor se transforma en acción cuando el amor alivia las heridas”.
Reflexión final
Ésta es una nota breve, pero profundamente emotiva, dedicada a la fructífera existencia de un hombre que, como recordaba Albert Camus, nos enseñó que, sin la mano afectuosa de un maestro, sin su enseñanza y sin su ejemplo, el estudiante imberbe no podría alcanzar alturas mayores. Toño tendió esa mano a tantos como yo, dejándonos un legado de esfuerzo, trabajo y generosidad que continuará vivo en nuestros corazones.
El pasado 26 de junio de 2024, la vida del Dr. Rafael Antonio Marín López llegó a su fin, pero su legado perdura como una impronta imborrable en quienes lo conocieron. Su ejemplo como médico, maestro y ser humano sigue vivo en cada vida que tocó. Con sus acciones, Toño nos enseñó que la medicina es mucho más que una profesión: es un acto de amor al prójimo.
Recibido: 25 de noviembre 2024
Aceptado: 12 de diciembre 2024
Este artículo debe citarse como: Ruiz-Arenas R. Sr. Dr. Rafael Antonio Marín López. Hematol Méx 2025; 1: 1-3.