Crack under pressure.
Rev Hematol Mex 2020; 21 (3): 127-128. http://doi.org/10.24245/rev_hematol.v21i3.4407
Guillermo J Ruiz-Argüelles
Director General del Centro de Hematología y Medicina Interna de la Clínica Ruiz, Puebla, México.
Para Cato, quien nunca se “rajó”
A lo largo de más de 37 años de ejercer la profesión médica, he visto a muchas personas, instituciones, estructuras, “rajarse bajo la presión”, expresión coloquial que, traducida al inglés, se ha usado hasta para hacer propaganda a relojes de prestigio: “Luxury divers watches don’t crack under the pressure”: los relojes no se “rajan” a pesar de ser sometidos a presión derivada de la inmersión en aguas profundas. La expresión es pertinente y se refiere a que, en circunstancias de calma o estabilidad, personas, instituciones o estructuras pueden funcionar razonablemente bien pero, cuando se someten a tensión o presión, se “rajan”. En nuestro país, rajarse es renunciar a hacer lo que se tenía previsto o lo que se había prometido, generalmente de manera imprevista y en el último momento. Rajarse también es romperse, desintegrarse –como tantas veces lo hicimos nosotros mismos en nuestra infancia con el jarro de las piñatas– desconstruirse como señalarían los chefs de prestigio.
La combinación, casi mefistofélica que estamos viviendo en estos días está causando que muchas personas, instituciones o estructuras “se rajen”. La pandemia del virus SARS-CoV-2, aunada a la caída de los precios del petróleo, el entorno económico mundial, las disputas entre las grandes potencias y la conducción sui generis de nuestro país, han generado una enorme presión que está causando que muchos “se rajen”, “se cuarteen”, “se quiebren”, “se desconstruyan”.
Yo no recuerdo haber vivido una situación comparable a la actual, que tiene, además, el componente muy agravante de la incertidumbre: ¿Cuándo vamos a volver a la normalidad? ¿Cuándo podremos ver nuevamente a nuestros hijos y nietos? ¿Cuándo podremos volver a salir a cenar con nuestros amigos? ¿Cuándo podremos traer a papá nuevamente a la clínica para que haga sus rondines cotidianos a los 96 años? ¿Cuándo podremos viajar nuevamente, asistir a reuniones médicas? ¿Cuándo podré dar consulta nuevamente de manera normal? ¿Cuándo podré dar clases presenciales nuevamente?… ¿Cuándo…? Esta mañana nos dijeron que el 19 de abril. No les creo; Hugo “se rajó bajo la presión”. Y también se han “rajado bajo la presión” el Consejo de Salubridad General, el inexplicable sistema de salud transicional: INSABI-Seguro Popular-IMSS-SSA y anexas, las finanzas del país, las secretarías de estado, algunos gobiernos estatales, el senado, la cámara de diputados, los canales de televisión, los hospitales públicos, los hospitales privados, las tiendas departamentales, los restaurantes, las gasolineras, los aeropuertos, los trenes, las universidades, etc. Hasta los líderes de grandes potencias se han “rajado bajo la presión”.
Se ha calculado que 80% de los habitantes del país a la larga nos infectaremos con el SARS-CoV-2; los expertos en economía también han calculado el número de empresas que habrán de quebrar y otros más señalan con el dedo flamígero la estrepitosa caída del grado de inversión de nuestro país a BBB: Se “rajó” el producto interno bruto y el producto interno inteligente se está embruteciendo y “rajando”.
Estoy seguro de que no nos vamos a “rajar” 80% de los mexicanos quienes nos vamos a infectar por el SARS-CoV-2, por más presión que nos pongan nuestros gobernantes y todos los factores externos, algunos de ellos ya señalados. Habrán de “rajarse” instituciones o estructuras, pero también personas. También creo que, para las personas, las mejores armas para no “rajarse” son la salud, la familia, la educación y el trabajo; transmitir estos valores a nuestras empresas puede ayudar a sobrellevar esta situación inesperada. Estas épocas forzadas de encierro son ocasiones adecuadas para cuidar estos pilares, para mejorarlos, para hacerlos más fuertes y para procurar que si nos toca infectarnos, el virus nos encuentre poco vulnerables.
No todos tendremos la ocasión de recluirnos en nuestras casas; muchos ni casa tienen. Quienes podemos hacerlo reflexionemos, leamos, informémonos, trabajemos con precaución, ayudemos a los demás, mantengamos el ánimo y cuidemos nuestra salud para salir de este berenjenal, para no “rajarnos”, por mucha presión que se ejerza.