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Centre for Haematology, Division of Experimental Medicine, Department of Medicine, Imperial College London, London, UK.
* Traducción al castellano por Mónica González-Ramírez
Correspondencia
Robert Peter Gale MD
[email protected]
“Cuando mueren mendigos, no se ven cometas;
los cielos brillan por la muerte de los príncipes”
Shakespeare, Julio César
John M. Goldman, una figura muy importante en la Hematología del Reino Unido y de todo el mundo, murió en Londres la Nochebuena pasada. John nació en Londres en 1938. Estudió humanidades clásicas en Oxford, pero fue secuestrado (sus propias palabras) al Colegio Magdalene, para estudiar medicina. John completó su entrenamiento médico en el hospital St. Bartholomew, en Londres, estudió brevemente cirugía, oncología y radioterapia. Posteriormente, se mudó a Estados Unidos, donde hizo un postgrado en la Universidad de Miami (con la Profesora Adele Yunis) y en la Universidad de Harvard (con el Profesor George Canellos).
En 1971 John formó parte de grupo de hematólogos distinguidos del departamento de Hematología en el hospital Hammersmith, entre los cuales están Sirs Jonh Dacie y David Galton, y los profesores Victor Hoffbrand y Daniel Catovsky, entre otros. Su gran interés fue la leucemia granulocítica crónica. Cuando él inició su actividad, la leucemia granulocítica crónica era incurable; él se involucró en varios intentos terapéuticos entre los cuales estuvieron el autotrasplante con células sanguíneas de la fase crónica, los alotrasplantes con células hematopoyéticas de familiares HLA-idénticos y luego de donadores no emparentamos HLA compatibles. Estos tratamientos fueron exitosos, pero los procedimientos eran muy caros y muchos pacientes con leucemia granulocítica crónica eran añosos o no tenían un donador compatible.
En 1983 se identificó el sutrato molecular de la leucemia granulocítica crónica por el profesor Eli Canaani, Robert Peter Gale y otros. En 1990 Goldman promovió la investigación preclínica del profesor Brian Drucker y sus colegas, quienes desarrollaron el imatinib, un inhibidor de cinasa de tirosina (ICT), dirigido contra la proteína oncogénica que causa la leucemia granulocítica crónica. El medicamento funcionó muy bien en modelos preclínicos pero ninguna compañía farmacéutica estaba interesada en desarrollarlo por motivos comerciales. Muy parecida a la historia de Florey y Chain, quienes desarrollaron la penicilina, pero que tuvieron que viajar a Estados Unidos para buscar una compañía que la produjera (Eli Lilly & Co.), a pesar de su utilidad potencial para los aliados en la segunda Guerra Mundial, Goldman viajó a Basilea para que Novartis produjera el imatinib. Tuvo éxito y con sus colegas del Hospital de Hammersmith, en especial la profesora Jane Apperley, condujo muchos ensayos clínicos. El imatinib y sus derivados se administran para el tratamiento de la leucemia granulocítica crónica CML y han salvado la vida de millones de personas en todo el mundo; algunos pacientes incluso se han curado. En 1985 John Goldman tomó un año sabático en el Instituto Whitehead del Instituto de Tecnología en Massachusetts (MIT) con los profesores David Baltimore, George Daley y Richard van Etten.
John hizo muchas cosas importantes. En 1984 (junto con Gale) fundó la revista Bone Marrow Transplantation, leída por muchos y altamente respetada en el ámbito medico (también tenía muy buena relación con Nicole Killman, su colega y la coeditora de Nature Publishing Group, a quien conoció en Londres, París y Cannes). Cofundó, junto con muchos hematólogos europeos, varias organizaciones profesionales para la promoción de enfermedades hematológicas, incluidas la Asociación Europea de Hematología (EHA) y la Sociedad Europea de Trasplante de Médula Ósea (EBMT); fue presidente de ambas. John también fue colaborador y presidente del Registro Internacional de Trasplante de Médula Ósea (IBMTR) y del Centro Internacional para la Investigación en Trasplante de Médula Ósea (CIBMTR). Junto con el profesor Alejandro Madrigal estableció el Registro de Donantes Anthony Nolan, con más de 500,000 voluntarios. Este registro ayuda a personas que necesitan trasplantes en el Reino Unido y en el resto del mundo. John y sus colegas, crearon LEUKA, un fondo de caridad para la investigación en leucemia con un centro de consulta externa hematológica en el Hospital de Hammersmith.
Después de su jubilación del hospital de Hammersmith en 2004, Goldman se enfocó en problemas de salud globales. Junto con los profesores Timothy Hughes y Jorge Cortés, desarrollaron la Fundación Internacional CML (iCMLf) para hacer diagnósticos innovadores, monitorizar y ofrecer tratamiento en todo el mundo, especialmente en países en vías de desarrollo. Estuvo un año en los Institutos Nacionales de Salud con el profesor John Barrett como un becario Fogarty. Recientemente se involucró en campañas para la reducción de los precios de medicamentos utilizados en el tratamiento del cáncer, para que los países en vías de desarrollo se pudieran beneficiar de éstos. La Organización Mundial de la Salud señala que en el año 2050, más de la mitad de los pacientes con cáncer residirán en países en vías de desarrollo y no podrán recibir la debida atención por los costos actuales del tratamiento.
John Goldman recibió varios honores, incluyendo MA, Oxford, 1968; DM, Oxford, 1981; MRCP, Londres, 1967; FRCP, Londres, 1979; MRCPath, Londres, 1985; FRCPath, Londres, 1986; Fellow, Acad Medical Sciences, 200; MD (hc) KU Lovain, 1993; MD (hc) Universidad de Poiters, 1995; y MD (hc), Charité-Universitätsmedizin, Berlin, 2004.
El Profesor Goldman fue un líder en su campo. Publicó más de 800 artículos científicos y muchos libros; coordinó la comunidad internacional de investigadores en leucemia y fomentó un ámbito abierto, con colaboraciones e intercambio intelectual. Monitorizó a una generación de especialistas en leucemias, que hoy en día se desempeñan en los mejores departamentos de hematología, en el Reino Unido y en todo el mundo, entre ellos los profesores Jane F. Apperley, Steve O’Brian, Charles Craddock, Timothy Hughes y muchos más.
Goldman fue un médico apto que le daba mucha dedicación a sus pacientes. Caminaba por los pasillos del Hospital Hammersmith a todas horas leyendo expedientes clínicos y consultando a gente. Los colegas en otras partes del mundo no dudaban en llamarle a la 1 o 2 de la madrugada para discutir una pregunta o simplemente para charlar. Nadie está seguro si se tomaba tiempo para dormir.
El profesor Goldman era un caballero y un académico conocido por su erudición, ironía, generosidad y modestia. Disfrutaba leer a Saki, Wilde, Shakespeare, metodología griega e historias de las guerras de la época de Napoleón. Le encantaba esquiar, hablaba francés y viajaba extensamente. Una vez condujo de Londres a India con sus compañeros de generación de Oxford.; cuando su grupo fue encarcelado por las autoridades de Irán tuvieron que escapar drogando a los guardias. Por otro lado, John trató de resolver el problema de las mármoles de Elgin, sugiriendo duplicarlos y que cada uno de los lados involucrados alternativamente eligiera la pieza que quisiera; nadie ha ofrecido una mejor solución, pero el dilema continúa, ya que, al parecer, se trata de un problema más complejo que tratar a pacientes con leucemia granulocítica crónica. Hizo una publicación cómica en 1999 en Lancet, describiendo una situación de profesores destacados que son obligados a aceptar invitaciones para presentar discursos principales en la apertura de reuniones internacionales, cuando en realidad ni ellos ni los huéspedes quieren que asistan; no mucho ha cambiado.
¿Qué de John Goldman, el hombre? Complejo: como la mayoría de nosotros, pero probablemente un poco más. Tuvo un matrimonio breve en sus veintes y posteriormente eligió la vida de soltero por su decepción de las mujeres. Él decía ser un misántropo, lo que es difícil de creer por sus numerosas amistades, colegas y estudiantes. Fuimos amigos muy cercanos durante 40 años y vivimos juntos en Londres, Nueva York y Los Ángeles, durante uno a dos meses cada año. Nos encontrábamos en varias reuniones, continuando una conversación en Kazakstán que había comenzado en Río de Janeiro, y compartimos celebraciones familiares. Tenía una casa hermosa en Notting Hill, con una horno Aga enorme, pero aún así, solo conservaba en el refrigerador jugo de naranja (Tropicana con extra pulpa), champaña y pâté –foie gras–. Le gustaba mucho comer en Laura’s family dinners en 33 Northumberland Place. John era un huésped generoso en casa y cuando viajaba; lo que uno podía esperar de él, un hombre inglés excéntrico, Northumberland tenía mucho arte, conejos Herrón, y una colección impresionante de los libros de la biblioteca británica. Yo llegué a contribuir en el desorden en que se encontraba su oficina. Tenía la colección más grande del mundo de cables eléctricos antiguos; a los arqueólogos (y Suzy Barry) les tomaría años desatarlos. Posteriormente, obtuvo una pasión por sus cuatro nietos quienes le daban motivos para ir a las tiendas de juguetes en varios continentes.
John Goldman fue cortés con colegas, amigos y conocidos. Recuerdo haberlo llevado a casa después de una cirugía de abdomen en el Hospital Princess Grace; pasamos por un restaurante hndú famoso (Star of India en Old Brompton Road) en el camino y le sugerí pasar a cenar; como caballero que era, aceptó; recuerdo que ordenó platillos de dos estrellas en vez de cinco estrellas en la escala de lo picoso. Entendible, después de una cirugía mayor; ¿por qué tentar a los dioses?
Y esto no sólo fue en una ocasión. Cuando las personas se le acercaban a John con una idea bizarra o una hipótesis científica siempre les respondía muy educadamente: “Es una idea interesante”. Posteriormente, él recordó colegas de la cita de Field Marshall Arthur Wellesley, el primer duque de Wellington, quien fue reconocido por una persona pasando por Apsley House como: “Señor Jones, supongo” y contestó: ”Si usted supone eso señor, entonces supondrá lo que sea”.
John Goldman fue un gran amigo de México y de los hematólogos mexicanos. Visitó el país muchas veces para reunirse con colegas y participar en congresos de la especialidad, así como para apoyar al tratamiento de pacientes con leucemia granulocítica crónica y las actividades de trasplantes hematopoyéticos. Conocía la historia y la cultura de México y le gustaba el guacamole.
A John Goldman le sobreviven un hijo, Jasper, y dos hijas, Lucy y Cassie, además de cientos de colegas agradecidos y millones de pacientes con leucemia quienes deben su vida a sus ideas innovadoras. Será muy extrañado. Un príncipe ha muerto; los cielos brillan.